Y ya llegamos al final de febrero
del 2017 ¿en qué momento pasó este tiempo? La vida sigue siendo incierta y
abrumadora y a ratos algo angustiante pero creo que dentro de todo en general las
cosas han estado mejorando. Poco a poquito he vuelto a leer, a escribir, a
dibujar, a generar contenidos en mis redes sociales y ahora se suma que estoy
intentando empezar a andar en bicicleta regularmente. ¿Lo lograré? prefiero no
ilusionarme, pero me gustaría, tal y como me gustaría retomar oficialmente
todos los hábitos y la serenidad que perdí tiempo atrás cuando todo se fue un
poco a
la mierda.
Pero no nos pongamos a recordar
eventos negativos, hoy me siento animada. No sé si serán las endorfinas de las
que las personas que hacen ejercicio regularmente hablan o que acabo de
despertar de una buena siesta, pero vengo con intenciones de escribir un post
que pueda ser de interés colectivo y que no trate de meras reflexiones vagas
sobre mí misma: hoy vengo a contarles un
poco de los libros que leí el 2016 y que no alcancé a reseñar.
Anualmente me pongo una meta de
doce libros para leer por año, considerando la lectura promedio de un libro por
mes. Sintiendo desde sus comienzos que el 2016 se vendría duro, hice trampa (mentira,
no fue hacer trampa) y entre enero y marzo me leí siete libros: la saga
completa de Harry Potter. Posteriormente
me leí The price of salt o Carol de Patricia Highsmith, que fue la
última reseña que publiqué antes de morir desaparecer, sin embargo, a
continuación prosiguieron silenciosamente: The
turn of the screw (Otra vuelta de
tuerca) de Henry James, Hell house
(La casa infernal) de Richard
Matheson, La biblia de neón de John
Kennedy Toole y cerré el año con Sputnik,
mi amor de Haruki Murakami.
Es de todos estos libros,
exceptuando Harry Potter y Carol, que hoy desarrollaré breves
reseñas para darles una idea sintetizada y al grano de lo que me parecieron. (Nota:
al final no sinteticé tanto JEJE pero
igual me salieron reseñas relativamente breves.)
Cabe destacar que hoy no escribiré de Harry Potter porque
simplemente se me hace demasiado difícil hacerlo. La serie significa mucho para
mí y hace mucho tiempo que he querido dedicarle una extensa entrada
independiente, sin embargo, son tantos los elementos en torno a los cuales
deseo reflexionar coherentemente que hasta ahora no he podido hacerlo y,
lamentablemente, esta no será la ocasión. Espero, de todas formas, poder
hacerlo próximamente porque es un texto que tengo pendiente desde hace mucho
tiempo y que tengo muchas ganas de escribir.
Sin más rodeos, partamos:
1. The turn of the screw (Otra
vuelta de Tuerca) – Henry James.
Este es un libro de fines del
siglo XIX que hace bastante tiempo tenía ganas de leer por dos motivos: 1. es
una historia de fantasmas y ese era un muy buen antecedente porque me gusta
muchísimo el terror y lo paranormal y 2. El autor es hijo Henry James Sr., el
señor que escribió la cita que está al principio de El obsceno pájaro de la noche de José Donoso y que me obsesiona desde la primera vez que la
leí. Es un libro bastante corto de fantasmas, niños demasiado buenos para ser
ciertos, cuestionamientos, contrastes, ambivalencias y que se mueve justo en
esa frontera entre la preocupación saludable, la paranoia y la locura. Es un
clásico de calidad literaria y lingüística y, pensando en él en perspectiva,
diría que me gusta mucho más de lo que me gustó en cuanto terminé de leerlo.
Cuando terminé de leer The turn of the screw no me pareció
malo; me gustó el lenguaje que utilizaba el autor, los temas que desarrollaba
la historia y la forma en que se los desarrollaba, pero recuerdo haber quedado
con gusto a poco porque el libro simplemente no había sido lo que en aquél
momento tenía ganas de leer. En ese preciso instante tenía ganas de una
historia paranormal un poco más escandalosa, quizá más atemorizante, más
dramática, con más sobresaltos, más representaciones de “el mal”. Quizá fue
torpe de mi parte buscarlo en un libro de 1800, donde la idea de los fantasmas
se presentaba de forma distinta a la que podemos encontrar en libros más
contemporáneos, pero en su lugar me encontré de todas formas con una obra de
mucha calidad.
Si no cometen el error que cometí
yo – de esperar algo que la obra no iba a entregar –, el libro podría gustarle
muchísimo a alguien que quisiera transportarse momentáneamente al pasado,
contemplar su cosmovisión, sus costumbres y reflexionar en torno a una
protagonista que no queda claro si está loca o es víctima de una suerte de
siniestra conspiración colectiva.
2. Hell
house (La casa infernal) –
Richard Matheson
Considerando el comentario que acabo de escribir de The turn of the screw, diría que Hell house me generó un efecto enteramente opuesto: era el libro con la historia que justo quería leer, pero estaba tan mal escrito que no me dejó nada más que un buen rato pasajero y una anécdota. Me sorprende, de hecho, – y diría que incluso me ofende - que algunas personas lo consideren un clásico de la literatura del terror y lo enlisten junto a libros como The Haunting of Hill House, El exorcista o El Resplandor.
La trama de Hell house es cliché, estereotípica y muy poco convincente: el
millonario anciano dueño del “imperio”
que son sus revistas sobre parapsicología (¿alguien podría decirme en qué
universo una revista sobre asuntos paranormales podría transformarse en un
imperio?) envía a un doctor, investigador paranormal, junto a dos personas con
habilidades extrasensoriales – y la esposa del doctor, quién se cuela - a la
casa de un tal Emeric Belasco; esto con la intención de saber si existe algo
después de la muerte porque el viejo está a punto de morirse. La construcción
adquiere su cariñoso apelativo debido a que en su interior este señor Belasco
realizaba todo tipo de actividades profanas (muchas de las cuales involucraban políticos,
sexo, sangre, caca y crucifijos) y es él quien, junto a varias de las almas
torturadas al interior de la mansión, aún atormentarían a quién osara
adentrarse en ella.
Omitiendo el motivo por el que
envían a este grupo de personas a la casa de Belasco, todo lo que ocurre en su
interior resulta bastante entretenido e interesante para una persona entusiasta
del terror: es cochino, es irreverente, es explícito. En mi caso también
resultó muy educativo porque con el libro aprendí muchos conceptos
parapsicológicos que hasta entonces desconocía; y el nudo central de la trama,
el motivo por el que la casa está embrujada y lentamente va pervirtiendo las
almas de quienes la habitan, tiene también su – aunque modesto – valor. Sin
embargo, los personajes son tan
clichés, sus reacciones tan poco
convincentes y la narración es tan fea
que no puedo considerar este libro bueno.
Hell house es un libro entretenido, sí, me lo leí bastante rápido y en general
lo disfruté, pero mientras lo leía no podía dejar de pensar “si tan sólo hubiese
sido escrito decentemente (por Stephen King, por ejemplo), esta podría haber
sido una tremenda obra de terror”.
3. La biblia de neón – John Kennedy Toole
Johnny Kennedy Toole es un autor americano
con una historia interesante. Escribió su primera novela, ésta, a los 16 años. Tiempo después escribió otra que se titula “La conjura de los necios”. Mientras
vivió, nadie quiso publicar sus libros. A los 31 años, asolado por una intensa
depresión, se suicidó. Su madre encontró el manuscrito de La conjura de los necios y, considerándola una obra maestra, se
desvivió para que fuera publicada. Tal y como habían rechazado a su hijo, la
rechazaron a ella numerosas veces hasta que un editor le prestó atención y el
libro se publicó. Ya publicada, la obra tuvo muy buena recepción y ganó el
premio Pulitzer de ficción. Fue tras este éxito que la madre de Kennedy Toole
recordó otro manuscrito de su hijo y así La
biblia de neón salió a la luz.
A La biblia de neón se le suele dar importancia por dos motivos
principales: por haber sido escrita por John Kennedy Toole y por haber sido
escrita por un adolescente de 16 años. Yo no he leído la tan aclamada conjura
de los necios, pero puedo decir que el libro efectivamente tiene un inmenso
valor agregado al ser una obra así de compleja escrita por una persona tan
joven. Sin embargo, y esto es algo que me molesta no leer en suficientes
críticos o reseñadores, el libro es más
que eso; es más que una obra escrita por un adolescente que coincidentemente
es John Kennedy Toole. Si no supiéramos absolutamente nada del autor, el libro
tiene por sí solo todo el valor que
necesita.
La trama es sencilla: un joven
crece en una ciudad pequeña y profundamente religiosa al sur de Estados Unidos.
Su familia vive en condiciones miserables, sin embargo, David logra ir
arreglándoselas para llevar una vida todo lo modestamente decente que pueda
acompañado por su carismática y empoderada tía Mae, una señora que llega a
vivir con la familia tras haber sido cantante en la gran ciudad durante sus
tiempos mozos. A pesar de que la familia de David es perfectamente tradicional,
la discrepante actitud de tía Mae frente a los estándares sociales sumado al
verse obligados a dejar de pagar el diezmo por su grave pobreza, la familia va
siendo lentamente expulsada de la sociedad del pueblo, llevándolos a diversas
circunstancias.
La trama es sencilla, insisto,
pero los temas con los que lidia - como las normas sociales, el rol de la mujer
y los efectos de la religiosidad dentro de una comunidad - están tan
bien desarrollados y los personajes son tan entrañables, que este fue un
libro que disfruté mucho leyendo y que definitivamente calificaría como
tremendo. Cuando pienso en La biblia de
neón, en David y en la tía Mae, el corazón se me entibiece de cariño.
Cariño por los personajes, por la narración, por la forma en que son descritos
los escenarios, por la forma en la que están narrados los conflictos y porque
este libro tiene también mucho de eso que también tiene uno de mis favoritos, El guardián entre el centeno: una
mirada no acostumbrada a las incoherencias e injusticias de la realidad.
La biblia de neón es un libro precioso. No les gustará si buscan
grandes aventuras, grandes incidentes y personajes gloriosos, pero si buscan
personajes y una historia entrañable, bella, además de interesante y muy bien
escrita, éste es el libro.
4. Sputnik, mi amor
- Haruki Murakami
Este es un libro de amor. Un bello, intenso, sufrido y surreal relato de amor: Sumire, la protagonista, concentrada únicamente en la labor de transformarse en novelista, considera no saber lo que se siente la atracción sexual hasta que un día conoce a Miu, una mujer muchos años mayor y casada, de quién por primera vez se siente atraída físicamente y de quien terminara perdidamente enamorada. Con el amor vendrán cambios en las rutinas de los protagonistas, un viaje y varios misterios, mientras el narrador, quién a su vez está enamorado de Sumire, tendrá que cargar con el peso de un amor no correspondido y una odisea en la que involucrará parte importante de su ser.
Además de ser muy intenso
emocionalmente, apasionado y sufrido, Sputnik, mi amor me
pareció un libro de bello lenguaje (con una traducción bastante satisfactoria,
considerando que son las palabras del traductor las que estoy leyendo más que
las de Murakami), detalladas y muy bien
logradas contextualizaciones y descripciones de entornos (algo que destaco
mucho en los libros que he leído de Murakami) e inusuales y bellas metáforas,
muy distintas a las que hasta entonces había estado acostumbrada a leer, ya
fuera en los otros dos libros que he leído del mismo autor (Crónica del
pájaro que da cuerda al mundo y Tokio blues) o en otras
obras.
Además de lo anterior, hubo dos
aspectos del libro que me parecieron particularmente bellos y
fascinantes y en los cuales me gustaría ahondar un poquito: el surrealismo y el
simbolismo.
Si bien en la Crónica del pájaro que da cuerda al
mundo recuerdo bastante confusión y eventos extraordinarios,
hasta ahora no había encontrado en la obra de Murakami pasajes genuinamente tan
surreales como los que pude encontrar en Sputnik, mi amor. La Cata,
mi polola, me contó que ese surrealismo – en su apreciación – era muy propio de
Murakami y que podía observarse harto en otras de sus obras. Mientras estábamos
en Uruguay me leyó un cuento que tiene un título un tanto extraño tanto en
español como en inglés: “Conitos” o “The Rise and Fall of Sharpie Cakes” (en
japonés esとんがり焼の盛衰, les
dejo el link aquí en caso de que quieran echarle una
mirada). Cuando terminó de leérmelo me dijo “este es el verdadero Murakami”,
mientras se sonreía al ver la cara de impakto que yo tenía
puesta.
Considerando que no soy una
persona oficial/académicamente versada en literatura (aunque me gustaría,
estamos trabajando en ello) hasta ahora mi principal referente para todo lo que
tenga que ver con surrealismo es papá Julio Cortázar; con sus historias de
cronopios y famas, su casa tomada y sus instrucciones para dar cuerda al reloj.
Cuando la Cata me leyó “Conitos” sentí que tenía parte de la simpleza y lo extraordinario del surrealismo de Cortázar. Por supuesto, el
surrealismo que describo de Murakami dista mucho del surrealismo de Cortázar, el tono de sus textos no es ni remotamente parecido, pero en “Conitos” y en mi parte favorita de Sputnik, mi amor (sobre
la cual no puedo decirles mucho o estaría dándoles spoilers) sentí que pude encontrar
algunos rasgos familiares y me encantó. Me encantó y me dejó con ganas de
seguir conociéndolo, de seguir conociendo a este Murakami más simple y más
fantasioso, sorprendente, extraño, misterioso, raro y bello.
En lo que respecta al simbolismo,
tengo la sensación de que es un recurso regular en la obra de Murakami; sin
embargo, en Sputnik, mi amor considero que el simbolismo
adquiere un rol más protagónico que en las otras dos obras que he leído de él.
De partida, el libro entero se desarrolla en torno al símbolo que le da el
título a la obra, el cual se explica dentro de las primeras páginas y es
una imagen recurrente a lo largo de la lectura. Después, estoy segura de que
algunos de los acontecimientos fundamentales del libro también son símbolos, pero
queda en manos del lector el descifrarlos.
Cuando leí Sputnik, mi
amor, lo hice en circunstancias que me dieron la disposición de leer con la
mente y el corazón particularmente abiertos. Cuando lo terminé no estaba muy
segura de sí me había gustado o no, pero sí estaba segura de que sentía muchas
cosas. Hoy, trascurrido cierto tiempo y enfrentándome a la misión de volver a
pensar a conciencia en él, me doy cuenta de que se ganó un lugar en mi corazón
por todo lo que es y todo lo que conllevó: sentir intensamente y conocer a un
Murakami distinto, a uno que me gustó más que el que había conocido antes.
* * *
Y esas fueron las reseñas de los
libros que tenía pendientes del año pasado. Creo que dentro de todo logré decir
todo lo que quería sin extenderme demasiado
y fue un ejercicio muy bello volver a pensar en libros que ya había leído hace
cierto tiempo. Hoy mirando hacia el 2016 y sin considerar Harry Potter, creo que puedo decir que mi libro favorito del año fue La
biblia de neón, con el calorcito que me invade el corazón cada vez que pienso en él.
Ahora me despido, contenta, porque
siempre que termino de escribir un post para el blog me siento contenta,
especialmente ahora que paulatinamente estoy volviendo a los hábitos que me
hacen feliz. Les cuento que también les tengo lista ya otra entrada (inédito) en
la cual les cuento y explico todo el periplo que involucra ese algo que la otra
vez conté que me tenía tan pero tan feliz por redes sociales.
Esta vez puedo prometer que
volveré con otra entrada pronto, EEEE. ¡Muchas gracias por leer! Y muchísimas
gracias por los bellos comentarios que me han hecho ya sea en el blog o través
de Facebook e Instagram.
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