
Llevo mucho tiempo intentando escribir una entrada para el blog y me ha
costado tanto. No por haber olvidado
cómo escribir o por no tener que contar, sino que últimamente dispongo de tan
poco tiempo que sencillamente no he tenido suficientes horas para completar una
entrada. Pasa que además me gusta escribir entradas contingentes, que sean
coherentes con la forma en la que me siento y los eventos que he vivido hasta
el momento en el que publico la entrada, por lo que cada vez que empiezo a
escribir y no alcanzo a terminar, tengo que intentar otro día y escribir casi
todo desde el principio.
Llevo mucho tiempo intentando escribir sobre muchas cosas; tengo muchos
proyectos y la estructura de varios textos que en algún momento espero poder
desarrollar, pero estos últimos meses han sido tan difíciles y austeros en libertad,
que he decidido cesar mi parálisis de escritura empezando con un tema más
chiquitito, quizá, poco relevante, quizá, pero lo suficientemente importante
para mí para desear dejar registro de él en mi blog: hoy vengo a dejar
testimonio de lo que ha sido este último tiempo.
Ya adelanté algo: no ha sido fácil. No sé si lo habrán notado, pero últimamente he utilizado mucho la expresión “lo más difícil de mi vida” o “lo más duro de mi vida”. Cuando tomé conciencia de lo mucho que estaba empezando a usar esa expresión a ratos pensé que se estaba transformando en una muletilla, pero de pronto me di cuenta que no: que la vida efectivamente se había puesto cuesta arriba y que cada etapa que estaba superando me estaba llevando a una aún más difícil, aún más dura, aún más terrible. Por lo que no, no es una muletilla y tampoco es una expresión hipérbole cuando digo que han sido de los tiempos más difíciles de mi vida.
Me pregunto si esto en algún momento se detiene.
Empezar esta nueva etapa ha sido complejo; trabajar y ser repentinamente
una adulta de 22 años ha sido arduo, agotador y particularmente desmoralizante.
No por mi trabajo, el cual sigo considerando privilegiado dentro de todo, sino
que principalmente por todos los elementos nuevos que se han añadido a mi vida
de mano con lo que significa empezar a laborar, empezar a sumergirte en la
rutina que le toca vivir a la mayoría de los chilenos – a la mayoría de las
personas - y empezar a experimentar por primera vez de forma genuina los
incontables males a los que ya están todos acostumbrados menos tú porque eres el nuevo. Incontables males que están más allá
de tu persona, más allá de tus capacidades inmediatas, más allá de tus
posibilidades.
Últimamente he sentido que a medida que se crece las cosas no van mejorando
sino que van empeorando.
Lo otro que me ha tenido un poco frustrada es el sentir que, aún, no puedo ni hablar ni escribir
mucho sobre los temas que últimamente quiero tratar, de forma pública, porque soy
un civil más que tiene que cuidar un trabajo. Tampoco es que quiera tratar
temas en extremo rupturistas, tampoco es que vaya a romper la internet ni el
mundo con mis palabras, pero son temas que me da miedo tratar en este momento
porque el proyecto que tengo para este año (sobre el cual pretendo ahondar
alrededor de Junio) necesita del
trabajo que tengo ahora. Sé que más bien temprano que tarde hablaré y escribiré
sobre todo lo que quiero tratar, pero soy una persona ansiosa y esperar ha sido
eternamente uno de mis máximos enemigos.
Otro factor que ha vuelto la subida de este cerro aún más difícil, ha sido
la forma en que mi cuerpo ha reaccionado al estrés: llevo dos meses resfriada. Parece una exageración o una expresión
hipérbole, pero les juro por todo mi librero que desde que empecé a trabajar
oficialmente como profesora el 29 de Febrero de este año que no he estado sana.
Partí un lunes y el miércoles ya no tenía voz. Ese fin de semana me enfermé
mortalmente y desde entonces, si bien he mejorado y empeorado cada cierto tiempo,
no he dejado de sonarme, no he dejado de toser y no he podido ni siquiera
cantar en la ducha porque simplemente estoy siempre difónica, especialmente los viernes después de una semana
completa diciéndole a 150 niños que presten atención.
Estuve con licencia, estuve con antibióticos, estoy yendo a la
fonoaudióloga, pero nada parece mejorar. Nada de nada. Lo mismo me ha tenido un
poco deprimida porque además de la incomodidad de estar siempre enferma, el
tener que seguir viviendo y trabajando así es un factor que potencia el
agotamiento posterior y el llegar a mi casa, sentarme y después no poder volver
a pararme. Sin embargo, sigo perseverando y estoy tomándome… 5 vitaminas todos
los días, varias de las cuales tomo dos veces al día, más inyecciones de neurobionta
y chamitos varios.
Más allá de lo deprimente, más allá de la cuesta arriba, más allá de los
elementos desmoralizantes que ha tenido esta etapa y lo cansada que estoy, lo
mucho que quiero que pase rápido todo esto, lo mucho que extraño ver a mis
amigos con más frecuencia y lo mucho que añoro que mis esfuerzos valgan la
pena; supongo que también he crecido mucho como persona. He tenido que salir de
muchas zonas de confort, desarrollar perseverancia, esfuerzo, paciencia,
tolerancia, resiliencia y los tiempos duros siempre transforman los instantes
de alegría en momentos preciados, luminosos, particularmente gozosos. Mis
amigos han sido muy comprensivos, mi familia muy apoyadora y creo que es más
que suficiente para sentirme agradecida.
Antes de terminar esta entrada y sentirme finalmente realizada de haber
podido escribirla completa, me gustaría mencionar breve y rápidamente las
pequeñas actividades que he estado realizando este último tiempo durante mis
preciados instantes de libertad:
Hace mucho tiempo que tenía dos deudas que me perseguía un poco: Star Wars y Hayao Miyazaki. El fin de semana pasado, arrebatada con la alegría
que me produjo no tener que ir a trabajar el lunes, por fin me puse al día y volví a ver (después de como 15 años desde
la primera vez) tres de las seis Star Wars originales y por fin empecé a ver como corresponde las muchas obras de arte de
Hiyao Miyazaki, partiendo con terminar de ver El Viaje de Chihiro (la había
visto como cuatro veces pero nunca había podido llegar hasta el final porque
siempre algo me interrumpía). Entre este y el próximo fin de semana pretendo
terminar de ver la serie completa de Star Wars y unas 3 películas más de Miyazaki
(para partir), así que espero tener harto que compartir al respecto para la
próxima entrada.
2. Estoy preparándome para escribir un ensayo sobre Harry Potter.
Alrededor de la mitad de Marzo, un tanto retrasada con mi ingreso al mundo
laboral, terminé de releerme la serie completa de los libros Harry Potter. Fue
hermoso, muy emotivo y claramente quise escribir algo al respecto, así que
apenas terminé el séptimo libro me puse manos a la obra y pasé varias semanas
aprovechando todos mis espacios libres para escribir. Sin embargo, a medida que
fui organizando mis ideas me di cuenta que eran muchas y varias de ellas no muy simples de desarrollar. Entremedio
sufrí el peak del resfrío que me ha atacado estos meses y entre estar volada
con los antibióticos y el nastizol, mi cerebro sólo dio para zanjar el
esqueleto del ensayo y decidirme a escribirlo con calma a medida que fuese
teniendo tiempo porque quiero decir todo lo que quiero decir y quiero decirlo bien.

3. Estoy leyendo “Carol” o “The price of salt”.
Este es el libro que comencé después de zanjar el esqueleto del ensayo
sobre Harry Potter. Ha sido interesante por muchos motivos, pero lo que más me
ha llamado la atención hasta ahora ha sido la forma de escribir de Patricia
Highsmith, la cual – al menos en inglés – se siente de forma bastante peculiar.
También he notado algunas diferencias bastante notorias entre el libro y la
película (de partida, Theresa tiene 19 años en el libro y Carol es la mujer
adulta, completamente al revés de lo que se plasma en la película) pero volveré
con más detalles y una opinión mejor formada en cuanto me lo termine.
Hoy también es el día del libro y se podría decir que esta festividad es como
mi San Valentín, así que adjunto una imagen que manifiesta el apasionado amor
que siento por estos objetos nobles, portadores de sueños, viajes, emociones,
conocimiento y la historia de la existencia. Me habría encantado escribir una
entrada un poco más literaria que esta para conmemorar un día tan especial como este,
pero todo esto es lo mejor que pude hacer considerando mis actuales
circunstancias. Sé que los libros entenderán.

Antes de marcharme, quisiera aprovechar de darle las gracias a todas las personas que me han manifestado su apoyo y
ánimos a través de diversos medios y a las personas que, aunque a veces me
demoro muchísimo en contestarlos (ahora más que nunca), siguen dejando sus
hermosos comentarios en las entradas de mi blop. No saben cuánto significa para mí y lo mucho que me
iluminan el corazón, realmente muchas gracias. Espero que tengan un bonito fin
de semana, un bonito día del libro y no tardarme un millón de años en volver a
escribir por estos lares.
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