
Acabo de terminar de leer por segunda vez La Insoportable
Levedad Del Ser, por Milan Kundera, y tengo el pecho apretado. Siento que fue una experiencia tan
larga, tan intensa, como si hubiese pasado toda una vida leyéndolo, cuando en
realidad no me demoré más de lo que me he demorado en leer otros libros.
Supongo que solo ocurrieron demasiadas cosas mientras lo leía.