Terminé de
leer The Haunting Of Hill House el 21 de Junio. Spirit House llegó pocos
días después de mi cumpleaños, alrededor de mediados de Julio. Hoy estamos a 15
de Septiembre. Acostumbrada a leer un libro por mes, hace casi tres meses que
no me terminaba un libro.
Mientras leía Spirit House, no podía evitar sentir que
últimamente mis hábitos lectores se habían visto ligeramente mermados. No puedo
decir que no sentía algo de rabia y vergüenza conmigo misma al llevar tanto
tiempo sin terminar un libro. Racionalmente sabía que no era por motivos
despreciables, racionalmente sabía que era porque tenía poco tiempo en la U y
además una nueva y amplísima gama de intereses en los que estaba profundizando.
Pero íntimamente no podía dejar de sentirme algo floja... y odiarme un poco por
ello.
Hoy después de terminar de leer Spirit House, no sólo estoy
invadida por los clásicos sentimientos que nos abruman a algunos lectores
después de culminar un libro, sino que también siento que me reconcilié conmigo
misma. Siento que el tiempo que me tardé en terminar este libro y las cosas que ocurrieron entremedio valieron la pena
para transformarme en una mejor lectora, y siento que la mirada que hoy tengo
de la literatura que leo, respecto a la Catalina de algunos meses atrás, es
mucho más madura, reflexiva y a mí me hace sentir más feliz y
satisfecha.
Claramente ahora, ya recuperado un poco el ritmo de mi vida,
quisiera ponerme al día y volver a mi hábito de leer mínimo un libro por mes,
pero ya no seguiré martirizándome por no haberlo hecho por un tiempo.
Antes de proceder con la crítica en sí del libro, quisiera
aludir un poco a ese sentimiento de
terminar un libro, porque hace tanto tiempo que no lo experimentaba, que
siento que hoy puedo darle una descripción más clara, más definida dentro lo
abrumadoramente imprecisa que puede ser la descripción de un sentimiento tan
inmenso y bello – y personal, por
lo que puede que no todos lo sientan como yo -.
Es fuerte ¿saben? Porque en el fondo uno tiene que decirle
adiós (no adiós para siempre, pero sí un “hasta pronto”) a personajes que te
acompañaron por un tiempo considerable. Decirle “hasta pronto” a un lugar, a un
contexto en el que viviste todas las noches antes de ir a dormir. Es como
volver a casa después de pasar un mes en un lugar conociendo a su gente, sus
historias, sus lugares. Te subes al avión, al auto, al bus, volteas la última
página del libro y ya sientes nostalgia, ya extrañas todo. Como la nostalgia,
terminar un libro es un sentimiento ambivalente. Por un lado es un pequeño
pinchazo en el corazón tener que despedirse, aunque sea un “hasta pronto”, pero
por otro es un logro, un dulce logro.
Culminar un libro – para mí – se siente también como subir
un pequeño peldaño en la infinita escalera de logros que quisiera alcanzar
en mi vida, y es un sentimiento infinitamente gratificante.
Ahora… Spirit House.
Desde ya advierto que esta será una reseña larga, porque hay mucho que decir
del libro.
Spirit House es el primer libro que me envía mi querida
página Bookdepository para reseñar.
Me lo enviaron gratis, es una copia sin corregir y sin portada porque todavía
es un libro que está en proceso de ser publicado (aún no se lanza
oficialmente), lo que en cuanto llegó me hizo sentir poderosamente especial y
ligeramente exclusiva (jiij). Sin embargo, debo decir que no tenía absolutamente ninguna expectativa. Acepté el reto porque
que te envíen libros para reseñar no es una oportunidad que se presente todos
los días, pero sinceramente esperaba que me mandaran libros malos y fomes, como
algunos/muchos de los que últimamente llegan – en mi opinión – a las librerías
nacionales.
Sin embargo, empecé a leerlo y a las pocas páginas me conquistó
con la presentación de sus personajes. Entrañablemente tiernos, ingenuos,
graciosísimos, pero al mismo tiempo perseguidos por los peores fantasmas que
pueden atormentar a los seres humanos.
Spirit House es una novela sobre Jimmy, un anciano australiano
judío sobreviviente de la construcción del ferrocarril de Birmania, que le
cuenta sus desventuras y le abre el corazón a la única persona con la que puede
identificarse a aquellas alturas de su vida: su nieto, David, un muchachito de
13 años cuyos padres ignoran completamente y que después de haber crecido en el
protegido y dulce ambiente de los abuelos sufre dificultades también para
relacionarse con sus pares.
El Ferrocarril de Birmania fue un ferrocarril – dah – cuya construcción ordenó Japón durante la segunda guerra mundial
y para cuya mano de obra se utilizó a prisioneros de guerra. Como todo en la
guerra, estuvo plagado de muerte, abuso, enfermedad, dolor y todo lo malo que
puede salir y experimentar un ser humano. Y es precisamente ello lo que atormenta
a Jimmy, el recuerdo del pasado y la pérdida de los amigos que lo acompañaron y
lo ayudaron a sobrevivir en el infierno, cuyos cadáveres comienza a encontrar
en el clóset, en la playa, en sus sueños.
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Foto real de la construcción del ferrocarril de Birmania. Foto del estado de los prisioneros aquí. |
Para poder volver a vivir, para dejar de ser atormentado por
fantasmas, para poder recordar a sus camaradas como debían ser recordados y no
después de sus últimos suspiros colgados del cuello de la rama de un árbol,
Jimmy y David deciden construir una casa de espíritus (una Spirit
House). Las casas de espíritus son pequeñas casitas tradicionales del sudeste
asiático que se colocan sobre un postecito y, supuestamente, albergan los
espíritus protectores de los alrededores del hogar (foto, aquí). Jimmy y David la
construyen para poder darle un lugar a los espíritus de los amigos del pasado,
y el grueso del libro transcurre mientras el anciano le narra su experiencia en
la guerra a su nieto mientras construyen una casa de espíritus… especial.
Ya la trama de Spirit House es destacable. No es sólo una
novela con contenido histórico (no sé si alcanzaría para novela histórica, pero
casi), sino que además toca temas de la profundidad emocional del ser humano de
forma muy bella, sensible, y con un humor agudísimo muy bien dosificado.
Mientras iba leyendo aparecían tantas cosas fascinantes que
tuve que empezar a ir tomando notas. En un principio iba a referirme a todas
las notas que tomé, pero al final me parece que todas apuntan a un mismo tema: los personajes.
Tal y como mencionaba un poco antes, los personajes de
Spirit House son notables, y quisiera sacarme el sombrero frente a Mark Dapin por
desarrollar psicologías contextualizadas de forma tan – pero tan – desarrollada
y precisa en aproximadamente 350 páginas.
Por un lado tenemos a los viejos. Jimmy y sus amigos, todos
veteranos de guerra, cada uno intentando lidiar como puede con el pasado.
Algunos negándolo y reemplazándolo con vivencias ficticias, otros ocupando la
mente de forma obsesiva en cháchara, otros escribiendo, otros – Jimmy - construyendo una Spirit House.
Por otro lado tenemos a David. David es el relator del
libro, y el hecho de que sea un muchachito ingenuo pero ingenioso de 13 años le
da un toque sencillamente genial – genial de genialidad – a la narración.
Mientras leía me reía a carcajadas con algunas observaciones que hacía (como
entender la palabra “handjob” como “trabajo manual” cuando realmente es una
felación), o la relación que tenía con su abuelo, que después de narrarle todos
los estragos de la guerra olvidaba su juventud y le invitaba un Wisky, a lo que
David respondía “but I’m only thirteen”
(pero tengo solo trece años).
Sin embargo, David también es un jovencito atormentado. A
ratos, entre las observaciones ingeniosas, graciosas, ingenuas y sensibles que
hacía me recordó un poquito a Holden, de El Guardián Entre El Centeno, y a
algunos les podría recordar un poquito a Charlie, de The Perks Of Being A
Wallflower (Las Ventajas De Ser Invisible). Tal y como los personajes de
aquellos libros, David también se siente muy solo, incomprendido y violentado
por la actitud de sus pares después de crecer protegido por un par de abuelos
que, tras haber experimentado la guerra, quisieron crear para su nieto el
ambiente más calmo, dulce y carente de violencia que les fuera posible.
Los padres de David son entes completamente ausentes, y las
pocas interacciones que tienen con su hijo bordean de tal forma lo surreal, que
utilizando aquellos recursos Dapin logra de forma realmente satisfactoria el
transmitir la desesperación del chico a los lectores. Uno realmente lo siente,
uno realmente se angustia, uno realmente se desespera y dan ganas de insertar
las manos en el libro para ahorcar a padres tan ruines.
Para seguir con los personajes, después de los viejos y los
dos personajes principales, tenemos a los personajes extras, incidentales, pero
que igualmente están tan, tan bien hechos y ubicados que vale la pena
mencionarlos. Los personajes incidentales eran, en general, recursos meramente hilarantes.
Están el Judío estricto a quién Jimmy molestaba con ser Hare Krishna, una
pareja de Maorís a quienes Jimmy aparentaba tratar con desprecio racial que
termina denotando un claro cariño hondísimo, y muchos otros, como un par de surfers asiáticos esperando el bus o la
camarera de un restaurant Thai que hace a David sentirse hombre por primera
vez.
Otra cosa que me pareció poderosamente interesante de leer
Spirit House fue el aprender de otras culturas. Mis conocimientos de Asia en
general son bastante reducidos, y aunque las religiones como tema siempre
me han interesado mucho, tampoco sabía mucho de los Judíos. Sin embargo,
después de leer Spirit House aprendí mucho. No es que hoy sea docta en ello,
pero sí ahora manejo muchos conceptos de la tradición judía y de la tradición
asiática que antes no manejaba. Como lo que son los tefilin, las casas de espíritus, el concepto de yiddish, y muchas palabras del
vocabulario yiddish (judío) que en otras circunstancias jamás podría haber
aprendido, como: ava ashalom (en
español sería como el “descanse en paz”), faygeleh
(gay), moshiach (mesías), tochis (poto), etc.
El tema más importante del libro, eso sí, y que merece una
gran mención antes de empezar a cerrar esta reseña inmensa, es la guerra. Y merece mayúsculas porque es el
tema más fuerte y poderoso que se trata en el libro.
Todos sabemos que la guerra es mala, todos sabemos que la
guerra duele, pero mientras no se experimente, es un dolor y un horror que,
aunque lo intentemos, jamás lograremos entender y con el que jamás lograremos
empatizar enteramente. Es un asunto tan terrible, tan horrible, y muchas veces
tan largo, que las dimensiones de distorsión humana a las que puede llegar son
inimaginables para nosotros que vivimos relativamente tranquilos en nuestros
hogares, en nuestras casas y en nuestras calles.
Algo muy bonito, y que rescato mucho, y con lo que felicito
al autor, es que el libro era muy justo. Si bien los japoneses, se podría
decir, eran en general “el enemigo” en el libro, me pareció interesante que
Jimmy, a través del autor, mencionara que realmente ellos tampoco eran los
culpables de toda la muerte, el dolor y la brutalidad. Al fin y al cabo, en estas
circunstancias casi todos reciben órdenes, y si hay algún culpable, son quiénes
las emiten. Hay un solo personaje que tanto Jimmy como el autor señala como
culpable, pero tendrán que leer el libro para saber quién. Lo que sí es que en
cuanto uno se encuentra con él en el libro, ya quieres matarlo o torturarlo de
la misma forma en que él tortura a algunos de los personajes.
Después de conocer a los amigos perdidos de Jimmy a través
de su narración, se termina sufriendo al igual que él sus muertes, sus
desapariciones, sus pérdidas. Y se entiende, de todo corazón, el significado
especial de la construcción de aquella casa de espíritus especial.
Para finalizar quisiera decir que es un libro precioso. Muy,
muy bonito. Que me hizo reír a carcajadas pero a la vez entristecerme casi hasta
las lágrimas. Que me apretó el corazón, pero también me hizo cosquillas. La
narración es bella y especial, desde los ojos de un muchacho que ingenuamente ansía
la fortaleza que cree que otorga la guerra al verla en los hombros de su
abuelo, pero que madura a lo largo del relato y nos obsequia a los lectores con
pasajes reflexivos, otros hilarantes, otros sencillamente… bellos.
Disfruté mucho de Spirit House, y genuinamente, de todo
corazón, espero que llegue una versión en Español a Chile porque recomiendo el
libro de todas formas, y sin duda
sugeriría que lo leyeran si gustan de todos los temas abordados. Se supone que
después de escribir esta reseña, cuando salga el libro de forma oficial, Bookdepository debería enviarme una
copia corregida ya, con portada hecha y derecha. Si la llego a recibir, sin
duda la sortearé para que alguno de ustedes pueda disfrutar de Spirit House. A
mí realmente solo me interesa conservar la copia que leí y con la cuál me
encariñé, el manuscrito sin corregir.
Ojalá les tinque el libro, y cuando salga, algunos se
entusiasmen a leerlo, aunque sea en Inglés. El nivel de Inglés no es muy
difícil, y la única parte que puede resultar algo compleja al principio pueden
ser los conceptos Judíos. Pero por si alguien lo necesita, tengo un glosario de
todas las palabras judías presentes en el libro :-D El libro también tiene unas
citas buenísimas, intentaré
colocarlas en Goodreads.
Como siempre, infinitas gracias por sus comentarios, apoyo, cariño <3 y muchas gracias por leer. Sé que me he demorado un poco en contestar algunos comentarios pero juro que los he leído y apreciado y prometo contestar durante esta semana. Sobre el próximo libro que leeré... todavía no estoy segura, pero sin duda se enterarán a través de Instagram :-D
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