Hace mucho tiempo que no
actualizo el blog. Tengo la sensación de que he dejado una especie de manto
depresivo permanente considerando que el blog lleva mucho tiempo con esa
entrada como última entrada, otro de los muy desafortunados encuentros que hemos
tenido mi familia y yo con algunos ladrones malnacidos. Sí, todavía tenemos
miedo. Sí, todavía no terminamos de tener conflictos de éste tipo. Todavía me
torturo con el recuerdo de mis cosas robadas antes de quedarme dormida. Hace
algunos días volví a llorar de pura frustración, cuando encontré la batería de
mi T3i que a los ladrones se les cayó por el camino… pero lo cierto es que en
medio de los tiempos difíciles por los que mi familia y yo estamos pasando,
también han pasado cosas bonitas que me gustaría compartir.
Quizá uno de los eventos más
notables ha sido el inicio de mi práctica
docente. Ya llevo 4 semanas ayudando y el próximo martes se supone que
debería dar mi primera “clase” oficial. Ha sido una experiencia infinitamente
más enriquecedora de lo que pensaba que sería.
Les contaré con sinceridad. Yo
detestaba a los niños, en serio. Se me acercaban en el supermercado o me
tocaban en la micro y se me revolvían las tripas, me repugnaban. Sin embargo,
supongo que todo se ligaba a las malas experiencias que tuve con niños cuando
yo misma era niña (alguna vez me dejaron a cargo de dos niñitos menores que yo,
los niñitos se pegaron, a mí me echaron la culpa y yo los odié para siempre),
porque lo cierto es que hasta el día de mi práctica jamás había tratado con
niños realmente. No es que ahora me encanten, pero sin duda podría decir que me
he reconciliado con la imagen que tenía de los niños, y que al menos mis
niños, los de un segundo y un tercero básico con los que estoy haciendo
mi práctica, son adorables.
El colegio ha sido infinitamente
cordial conmigo. Antes de iniciar mi práctica, me parecía lógico que me
tratarían como un cacho, al fin y al cabo, se podría decir que me estaban
haciendo un favor. Sin embargo, desde la directora hasta mi profesora guía me
han hecho sentir una de las personas más bienvenidas del mundo. El ambiente que
existe en la sala de profesores es muy agradable, mucha cordialidad
profesional, y un cariño genuino que no llega a ser invasivo. Me gusta mucho.
El martes pasado celebraron los cumpleaños de Marzo con un desayuno en el
primer recreo, y me invitaron a tomar un tecito, comer un pedazo de pie de
limón y un sanguchito.
Las anécdotas que tengo con los
niños son infinitas, necesitaría demasiado tiempo para contarlas todas, y eso
que llevo muy poco tiempo trabajando con ellos todavía. Pero la reflexión más
importante que podría hacer después de tener contacto con ellos, es que son un
mundo infinito y fascinante por descubrir y analizar. Como persona que gusta
mucho del conocimiento, al observarlos, escucharlos y después reflexionar sobre
su comportamiento, me siento como si hubiese encontrado una biblioteca
maravillosa bajo el mar repleta de un conocimiento que hasta entonces me había
sido completamente desconocido.
Ha sido también muy fuerte pasar
de decirle “Miss” a alguien, a yo transformarme en una “Miss”, Miss Catalina.
El colegio pone mucho énfasis en el aprendizaje del Inglés, por lo que todas
las profesoras en el colegio somos Misses. El martes pasado me tocó pasar
lista, encargarme sola de un curso por los primeros minutos del día. Entré con
un “Good morning children” y los niños corearon “Good morning Miss Catalina”.
Parecía algo completamente surreal. Después comencé con los nombres, y todos
contestaban “present Miss, absent Miss” y uno que otro me preguntaba “¿Miss,
usted nos va a hacer clases hoy?”, “Miss ¿usted está casada?”, “Miss mire mi
libro de cocina”.
Me parece que no he compartido
con ustedes toda mi historia universitaria, pero en resumen, hasta el día anterior
a hacer mi práctica no estaba muy satisfecha ni convencida. Todavía no estoy
muy segura, de hecho, hay muchas cosas que me apasionan muchísimo más, como la
literatura, la fotografía, el arte, por solo mencionar algunos. Sin embargo, el
día de mi primera práctica docente, mientras contemplaba a mi profesora guía
hacer clases (a quien estimo con pasión y locura, una muy buena profesora y muy
buena persona) pensé “Qué te paguen por enseñar algo que para ti es tan sencillo
y además puedas cooperar constructivamente en la formación de estas criaturas
tan graciosas… igual me gustaría”.
Desde entonces, ir a la
universidad ha dejado de ser un martirio tan hondo. Creo que también influye el
que con los años que llevo estudiando me resigné un poco, me cansé de luchar y
alegar en contra de la muralla que es la institución de mi universidad y la - mala, a veces, buena, otras veces - suerte
que me tocó en un principio. Es una larga historia que algún día les contaré.
Pero se podría decir que también me he reconciliado bastante con mi carrera. No
sólo la práctica docente sirvió, sino el que últimamente genuinamente pude darme cuenta de lo mucho que empodera manejar
bien un idioma como el Inglés. Todos lo sabemos racionalmente, pero me hicieron
falta algunos años para apreciarlo
verdaderamente.
Últimamente me ha estado entrando
también un orgullo muy bonito por ser profesora. Recuerdo que al principio de
mis estudios las personas me preguntaban qué estudiaba y yo contestaba “Pedagogía
en Inglés” sin mucho entusiasmo. Sin embargo, cada día estoy más satisfecha de
la decisión que tomé, aunque pasara malos ratos al principio y quisiera
profundamente fallecer. Hoy me enorgullece decir que estoy preparándome para
ser profesora, para formar personas, educar, traspasar conocimiento; me
enorgullece poder decir que manejo bien un idioma como el Inglés, y me
enorgullece también la responsabilidad y las herramientas que tengo para
mejorar, aunque sea un poquito, esta
sociedad de la que tanto me he quejado y que tanto he detestado durante tanto
tiempo.
La pedagogía es una labor
preciosa y trascendental para la construcción de sociedades del progreso, por
lo que es vital que Chile se preocupe más de los profesores con los que
pretende formar a los futuros miembros de su país.
En otras noticias, he tenido muy poco tiempo para leer, lo que
dentro de todas las historias bonitas previas, me apena un poco. Si bien la
universidad ha dejado de ser un martirio tan
hondo, ha estado bastante absorbente, como siempre.
Después de algunos intentos de enganchar
con otros libros (a veces no es la época para determinado libro, por lo que los
dejo aguardando a que llegue su momento) por fin me metí en The Haunting Of Hill House, por Shirley Jackson. Llevo muy poco,
poquísimo para siquiera emitir un buen juicio, 30 páginas. No sé si la historia
será buena o mala, sin embargo, con las dos primeras líneas del libro Shirley me enamoró de su forma de escribir.
Femenina, suave, delicada, pero implacable, poderosa, efectiva. Espero volver
pronto con el review del libro.
En fin. Lamento haber hablado
tanto de mí misma, pero me gusta a veces compartir con ustedes lo que siento y
que no sean solo catástrofes. Si bien el tiempo escasea, tengo algunas ideas
con las que volver pronto al blog, por lo que espero que mi próxima entrada no
sea en mucho tiempo más.
Les cuento que también he estado
dibujando mucho (especialmente en clases, jeje) y que la red social que más
ocupo últimamente es Instagram.
Espero que ustedes se encuentren
bien. Que lo que llevan de semestre no haya sido demasiado terrible y que estén
pasando por buenos momentos. Aprecio mucho que me lean y absolutamente cada uno
de sus bonitos comentarios <3 muchas gracias por el apoyo, especialmente en
estos tiempos difíciles.
En fin (he dicho dos veces en
fin) espero volver pronto con algo más interesante que mis propias aventuras o
desventuras. Adorné un poco este post con algunas fotos de mis Catacosas (de
Instagram) para hacer el texto un poco menos aburrido.
¡Un abrazo grande!
PD. Mis más grandes respetos a don Gabriel García Márquez, un grande de grandes que partió hoy. Don Gabriel parte, pero jamás nos dejará. En su nombre queda su espectacular legado, y sus maravillosas obras. Gracias por repletarnos con el regalo de su literatura don Gabito, se le estima y respeta mucho.
PD. Mis más grandes respetos a don Gabriel García Márquez, un grande de grandes que partió hoy. Don Gabriel parte, pero jamás nos dejará. En su nombre queda su espectacular legado, y sus maravillosas obras. Gracias por repletarnos con el regalo de su literatura don Gabito, se le estima y respeta mucho.
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