
He intentado escribir esta primera entrada, después de tres
meses sin escribir en el blog, como diez mil veces (ésta es la cuarta vez). Han
pasado muchas cosas, he experimentado muchos sentimientos, he sobrellevado
muchas vivencias nuevas y en los intentos anteriores de escribir esta entrada
intenté desesperadamente narrarlo todo en un post ni muy largo ni muy dramático,
hasta que después de tantos intentos, descubrí que se me estaba haciendo
francamente imposible.
Hoy desperté pensando en este post y en lo mucho que quiero
volver a hacer lo que más me gusta sin más preámbulos: escribir mis reflexiones
sobre temáticas varias, escribir mis críticas de literatura, escribir cuentos;
y me pregunté qué tan necesario era que siguiera estrujándome el cerebro para tan
sólo condensar y soltar una verborrea personal y confusa. Mi respuesta a mí
misma fue que soy un poco obsesiva y sentía que (más para mí que para cualquier
lector del blog) era incoherente volver de la nada sin hacer, aunque fuera, una
breve alusión a los hechos que han producido mi ausencia. Entonces comencé a
redactar mentalmente esto que estoy escribiendo y me di cuenta que bastaba con
hacerlo más simple.