Es domingo, la ventana
está abierta y aunque todavía estoy parcialmente congestionada por el resfrío
que recientemente me atacó, el aire tibio pero fresco y el sonido de los
pajaritos que se cuela de un día especialmente soleado, me alivia y anima mis
espíritus. Han sido días difíciles, ambivalentes como el clima, con tendencia a
nubarrones y lágrimas. La proximidad de terminar mi carrera y la angustia que
me produce el no tener idea de en qué voy a trabajar si no quiero dedicarme a
enseñar en un colegio me han atormentado con más intensidad que nunca, pero son
temas en los que estoy trabajando y en los que espero poder ahondar con ustedes
cuando tenga algo más claro.
Hoy vengo a algo más
entretenido. O que al menos es de las cosas que realmente me entusiasman y
emocionan en medio de mis circunstancias actuales ahogada en actividades que
detesto: hoy vengo a contarles de Orgullo
y Prejuicio, el último libro que me leí. Asique sin más preámbulos emos,
procedamos.
