
Falta menos de una semana para que se termine el año, uno de los años más importantes de mi vida, y no podía dejarlo ir para siempre sin despedirme; tal y como no se deja ir a un viejo amigo, a un ser querido, a un ser trascendente sin un mínimo pensamiento.
A veces contemplo todas
las cosas que ocurrieron este año y me cuesta creer que ese número absurdo de
eventos ocurrieran todos en un espacio temporal de doce meses. Pienso en la
Catalina del 1ero de Enero del 2014, en el norte de Chile, rodeada de personas
que hoy son parte de una historia lejana, y me parece una Catalina tan
distinta, tan niña, completamente ignorante de todo lo que ocurriría en un par
de meses, y carente de un conocimiento sobre sí misma y la existencia que llegaría
en torrentes algún tiempo después.
A veces contemplo el dos
mil catorce y siento que viví tantas historias de las que podría escribir, que
podría narrar, que a ratos pareciera que cada historia fuera de una vida
distinta. Tantas, y todas diferentes, variadas, con distintos personajes, y
distintos aprendizajes adquiridos al final de cada una de ellas. Muchas
personas nuevas llegaron a mi vida, muchas se fueron para siempre. Muchas
llegaron de forma temporal, dejaron huella en mí, y se retiraron. Pero las que
me acompañaron en todo el proceso podrían dar fe de la cantidad de cosas que
tenía para contarles cada vez que nos íbamos a tomar un tecito para ponernos al
día, aunque la última vez que nos hubiésemos visto hubiese sido un mes atrás.
Me gusta pensar que el ícono
de éste año fue mi tatuaje, mi pequeño y amado Phi, porque significa para mí lo
que más me entregó este dos mil catorce: conocimiento.
Conocimiento de mí misma, de la naturaleza de la sociabilización, de la vida. Y
el aplicar éste conocimiento trajo también crecimiento, madurez, y un convivir
más armónico con la existencia. Me gusta también comparar a la Catalina del
1ero de Enero con la Catalina de hoy, y observar cómo la de hoy es más
valiente, más fuerte, tiene una mejor relación consigo misma, y es más feliz.
Como persona amante del
conocimiento, me emociona además el observar como literalmente cada pequeño
hecho que viví y cada persona que conocí me entregó un aprendizaje
significativo. Cada una de las personas por las que lloré, por las que mi
corazón latió, por las que solté un suspiro, una risa o una maldición, todas me
dejaron algo. Nada ni nadie pasó sin dejar una huella, por diminuta que fuese.
Y después de reír, llorar, extrañar, y dejar ir me parece que aquello es lo más
importante: ser capaz de quedarte con algo positivo de cada quién y cada evento
que viviste.
Para referirme también,
quizá, a uno de los aprendizajes más importantes y que viví de forma repetida
durante todo el año, me gustaría usar una frase bastante popular pero no por
ello menos bonita: “This too shall pass”. Este año viví las alegrías más grandes de
mi vida, pero también las tristezas más intensas. Este año ha sido, al mismo
tiempo, el peor y mejor año de mi vida. Sin embargo, tal y como decía
anteriormente, de todo lo malo me quedé
con lo mejor. De todo lo malo aprendí que el dolor es pasajero, pero
también que está en las manos de uno el decidir ser feliz. En el esfuerzo, en
la reflexión, en el dar pasos, y en el buscar ayuda si te das cuenta que no
puedes avanzar solo.
Por lo mismo, si bien la
afirmación que hice anteriormente es la realidad, prefiero referirme a este año
como el mejor año de mi vida. El
que, hasta ahora, más aprendizajes me ha entregado, más alegrías me ha dado,
más frutos de mi esfuerzo y perseverancia me ha mostrado, más sonrisas me ha
sacado, más tranquilidad me ha dado. Y tal y como mencioné en algunas entradas
anteriores: este ha sido el año en que podido manifestarme, expresarme, ser y
vivir como quise hacerlo toda mi vida. Este
año he experimentado la vida como siempre soñé.
Sé que todo lo que
escribí es muy impreciso, muy general, muy vago y no doy ningún ejemplo. Pero
es tanto y son tantas cosas, que si comenzara a ser precisa con algo tendría
que serlo con todo, y terminaría publicando un libro con muchas vivencias que,
por ahora, prefiero dejar para mí, o para conversaciones con un tecito, en las
que podría darme la libertad de porcionar todo lo vivido sin tener que agotar
todas mis energías en narrarlo todo, de una sola vez. Sin embargo, el blog ha
sido uno de esos entes que me ha acompañado durante todo el proceso, y si leen
mis entradas personales anteriores es probable que puedan hacerse una idea de
algunas de las tantas cosas que han dejado huella en mí a lo largo de éste año.
A este año dos mil
catorce que se va, sólo puedo darle las gracias.
Gracias por enseñarme, aunque fuera del modo duro, aunque fuera con porrazos,
aunque fuera con reflexiones sumidas en llanto y dolores densos y pesados en el
pecho. Gracias también por recompensar de forma tan bonita el aprendizaje
adquirido. Por traer tanta gente bella a mi vida, tantos tecitos, tantas risas,
tanta compañía, tanta comprensión, tanta comida rica, tantas fotos bellas,
tantos abrazos, tantas mariposas en el estómago, tantos paseos, y tantos
lectores y seguidores nuevos, bellos y simpáticos al blog (esta mención no
podía faltar, porque ha sido también una de las cosas importantes de este año).
Gracias 2014 por traerme motivación, energía, valentía, alegría, fortaleza,
independencia, confianza, seguridad, tranquilidad y responsabilidad.
Gracias también a esas
personas que llegaron y se fueron. Y gracias también a esas personas que se
quedaron. Gracias por todo el amor recibido este año, y espero de todo corazón
haber podido reciprocar aunque sea parte de él.
En todos los fines de año,
eso sí, me entra un diminuto temor del próximo. Me asusta el desconocimiento
absoluto de las cosas con las que el año que viene podría sorprenderme, pero
intento pensar que, sea lo que sea, los ciclos que son los años son en el fondo
una concepción temporal ficticia, y que al final el tiempo prosigue, de forma lineal.
Por lo que pase lo que pase, los eventos no harán más que seguir el curso de
los demás eventos que he vivido a lo largo de este año, al igual que de todos
los anteriores, a lo largo de mi vida.
Sea lo que sea que me
depare el próximo año, estoy afirmada, con el cinturón de seguridad y el casco
puesto. Y si tengo que desarmarme otra vez, que así sea, pero que nunca se me
olvide que el conocimiento posterior a todas las tormentas será siempre
positivo, que todo mal pasará, y que está en mi mano que las sorpresas que me
depara el futuro sean positivas.
A este 2014 le digo
chaolín y muchas, muchísimas gracias por venir.
PD. El collage de arriba intenta (porque no se puede resumir
bien un año en tan pocas fotos) ser una representación del 2014, las cosas que
viví y las personas con las que compartí, con las fotos que capturé a lo largo
del año. Son hartas fotos, y no
están dispuestas de forma en que cada mes tenga la misma cantidad de fotos. Lo
único es que sí están dispuestas de
forma cronológica. Las dos primera fotos representan los primeros 4 meses, y de
ahí en adelante. Algunas fotos de personas significan a la persona en sí, pero
también hechos que rodearon la captura de la foto. Y a la vez, fotos de
lugares, además del hecho de estar allí en sí, en muchos casos representa a las
personas que me acompañaron en esa experiencia. Hay muchas fotos de comida,
porque pucha que salí a comer con amigos <3
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