Hoy estaba recordando casualmente el
cumpleaños del buen amigo Franz Kafka, cuando repentinamente recordé lo mucho
que me gusta La Metamorfosis y posteriormente seguí enumerando mentalmente
todos los cuentos que considero mis favoritos. Fue allí cuando me pregunté ¿por
qué no escribir todas estas reflexiones? y se me ocurrió que podría escribir una
breve... (soy pésima para categorizar los escritos ¿qué sería esto? ¿una
columna? ¿una reseña? ¿un artículo?) cosa,
escrito, sobre mis cuentos favoritos.
Recién
estaba pensando, que realmente no podría titular este escrito como "Cuatro
cuentos que usted debe leer" porque los criterios que utilizaré son
francamente subjetivos, y se restringen a los pocos cuentos que he leído a mis
cortos 19 (casi 20) años (la descripción de mi persona al costado izquierdo del
blog miente, pues no tendré veinte años hasta dentro de seis días). Sin
embargo, siendo estos cuentos los favoritos de una persona, harían bien en
echarles una miradita para ver si no podrían eventualmente volverse sus
favoritos también.
Los
siguientes cuentos no están en orden de favoritismo. Como una madre con sus
hijos (se supone), no podría decir que a uno lo quiero más que a los otros.
Cada uno llegó en un momento preciso de mi vida y se ganó un tibio y acogedor
lugar en mi extraño corazón.
El
primero que mencionaré, tan solo por haber sido el cuento que sembró la idea de
escribir este escrito es:
Clásico de los ensayos PSU
y los trabajos escolares, ya había leído infinitas veces el inicio del cuento
antes de decidirme a leerlo completamente por primera vez. Siempre me había
llamado la atención, pero la costumbre lo había vuelto poco destacable. Durante
una época en que decidí que antes de proseguir leyendo a los "más
vendidos" en las librerías locales, debía leer a los clásicos de la
literatura, me decidí a leer Le Metamorfosis, por el reconocido Franz Kafka. De
inmediato, la psicología del pobre Gregorio tocó una de mis fibras y me sentí
sobrecogedoramente identificada con él. El constante sentimiento de tener
siempre la culpa de todo me enterneció, y pude empatizar tanto con la tristeza
que le provocaba el desprecio de todos, como con la breve alegría que sentía
cuando apartaban los muebles de la habitación en la que estaba recluido y podía
darse el gusto de correr por toda la habitación con sus patitas de cucaracha,
por el suelo, la pared, el techo, la pared y el piso otra vez, en una
energética carrera. Siempre que pienso en Gregorio y su triste historia, algo
se encoje en mi corazón y pienso que me habría gustado conocerlo y hacer más
feliz su vida de cucaracha. También, desde entonces, temo menos a éstos
insectos en la vida real.
2. Alegría del cronopio:
Conocí a Cortázar una vez
en que nos tocó leer "La Autopista del Sol" en un texto escolar. Para
entonces ya había oído varias veces el nombre de "Julio Cortázar"
pero desconocía lo que lo volvía tan especial. Después de leer y disfrutar La
Autopista del Sol, dije "podría buscar más de él" y adquirí,
casualmente, el libro "Historias de Cronopios y Famas". Allí descubrí
la verdadera identidad del buen amigo Cortázar, y aprendí a amar con locura su
literatura. Me cuesta mucho explicar por qué me gusta tanto. Tanto su
literatura, como las razones por las que me gusta, parecen demasiado etéreas y
surreales para poder ser explicadas con lógica. De cualquier modo, me sentí
poderosamente identificada con los Cronopios y su impredecible personalidad (he
allí la razón del nombre de mi blog, Catacronopio, por si nadie lo había notado
todavía): Sencillos, graciosos, adorables, brutales y ficticios. Y en "Alegría del Cronopio" podía notar esa
misma torpe emoción, esa misma ingenua mirada, esa misma carencia de lógica que,
siento, poseo yo.
Muchos
deben ser los que analizan al querido Julito y sus Cronopios, sin embargo, por
ahora, prefiero leerlo a mí modo, sin intentar desenredar la hermosa maraña de
fantasía que es su literatura. De hecho, a teoría propia, considero que muchas
veces los escritores escriben cosas que no tienen demasiada lógica tan solo porque
sí, porque así nació de sus almas y porque así se ve y se siente bonito,
punto. Después, que muchos críticos intenten buscarle la quinta pata a un gato
que no la tiene, es otro asunto. Muchas veces yo escribo así, porque así me
nace, y realmente no hay metáfora ni analogía detrás. No sé si será simplificar
demasiado a algunos escritores, pero estoy casi segura de que así es el proceso
creativo de muchos. Nace y ya está. Son los críticos los que encuentran
metáforas, analogías y simbolismos varios después, los cuales el escritor puede
ni siquiera haber pretendido concebir.
Siguiendo con mi querido Julito (quién me habría gustado mucho que fuese un
vampiro, para vivir y escribir por siempre, y ser mi amigo, y tomar té juntos),
tenemos "Carta a una señorita en París", uno de los cuentos ícono de
mi amigo. Por algún motivo, siempre me he sentido muy identificada con la forma
de escribir, describir y contemplar
al mundo de Cortázar. Puede que esté errada, pero siento que tanto él como yo y
tan solo un par de escritores más que hasta ahora he podido identificar (mi
papá y El autor de "The Virgin Suicides" son otros de ellos),
apreciamos la belleza de detalles cotidianos: "Mover esa tacita altera el juego de relaciones de toda la casa, de cada
objeto con otro, de cada momento de su alma con el alma entera de la casa y su
habitante lejana", el polvo sobre los muebles, los coloquialismos de
una región. Sinceramente cuesta mucho explicarlo, por lo que proseguiré a la
siguiente razón por la que me gusta tanto este cuento: Tiene un surrealismo
delicioso. No soy una persona docta en Literatura, utilizo los términos como
los siento, y puede que realmente no sea un texto "Surrealista," sin
embargo, así lo siento: irreal pero maravilloso, delicado, hermosamente
grotesco, que logra fusionar de manera armónica las palabras
"vomitar" y "conejito" en una misma línea.
Éste
es un cuento que, lejos de la subjetividad de mis razones, considero que todos
deberían leer. No solo por los motivos anecdóticos que lo vuelven especial para
mí, sino porque es francamente épico. Porque la trama es única y memorable,
porque el clímax y el desenlace te estremecen hasta las entrañas, y porque
personas más entendidas que yo en el asunto lo consideran un cuento que usted
debería leer.
4. Guts:
Para finalizar con mis
cuentos favoritos, mencionaré uno que cada vez que se lo narro a alguien,
arruga el rostro y no puede comprender cómo podría gustarme un cuento como
éste. Un cuento que, según el autor (el amigo Chuck Palahniuk, autor del
aclamado libro "Fight Club"), cada vez que lo lee en público, al
menos un par de personas se desmayan. Un cuento que es parte de un libro
considerado por muchos, el más perturbador alguna vez escrito: "Guts"
o "Tripas" en Español.
Al
ser un cuento muy breve, no puedo describirlo mucho sin caer en el spoiler, sin
embargo, en pocas palabras, es un cuento que narra diversos desastres
sangrientos y bizarros relacionados con la masturbación masculina. Usted se preguntará ¿por qué demonios me gusta
este cuento? Para explicarme, me remontaré a cuando era una tierna jovencita de
14 años en Internet. Para entonces, prácticamente no sabía nada de nada. Todo
lo que conocía mi corazón eran las historias dulces, románticas y, a veces,
algo fogosas entre mis amores platónicos que describían los fanfics que leía en aquél entonces, en
un foro. Un buen día, una participante del foro, mayor que yo y mayor que las
demás - probablemente - posteó como curiosidad un cuento que había encontrado
por allí. Antes de iniciarse la narración habían infinitas advertencias:
"cuidado, que contiene material que podría ser perturbador para algunas personas
sensibles", "no leer esto si eres menor de 18 años", etc. Sin
embargo, por algún motivo pasé de largo por las advertencias y comencé a leer.
En él hallé una narración fascinante que lograba describir las situaciones más
perturbadoras de una forma que llegaba a ser incluso, bella. Era una narración
irónica, irreverente, brutal, pero hermosa. Terminé de leer contenta, y después
lo olvidé todo, pues no estaba en una época en la que tomase nota de las
grandes obras con las que me topaba. El texto no me traumatizó ni trascendió de
ninguna forma aparente en mi vida, hasta que varios años después
(aproximadamente 4, ya a mis 18 años) lo recordé. Para entonces lo recordé con
cariño y como un muy buen cuento que había leído alguna vez por allí. Me
intrigaba descubrir al autor de aquél texto, pero temía que si volvía a leer el
cuento, no fuese a ser lo mismo que había sido a mis 14 años. Me regodié mucho
tiempo, hasta que un día me decidí a escribir las palabras claves del cuento en
internet, y lo encontré. Grande sería mi sorpresa al descubrir que el autor del
cuento era el mismo autor de uno de mis libros favoritos, Fight Club, y que el
cuento, al ser vuelto a leer, sabía exactamente igual que esa vez que lo leí a
los 14 años: irreverente, grotesco, bizarro, irónico, pero hermoso, una forma
de narrar que apreciaría durante mucho tiempo, y que actualmente tiene a Chuck
Palahniuk entre mis autores favoritos.
A continuación dejo links a los cuentos por si
alguien gusta leerlos inmediatamente:
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